martes, 14 de agosto de 2012

Soplos de abril.


Cierro los ojos y trato de imaginar que vuelves y aunque me cuesta lo consigo. Imagino cómo me gustaría que sucediesen las cosas, tarea sencilla puesto que siempre se me dio bien soñar. Es como una realidad paralela que, en verdad, no es ni realidad ni paralela.
Es absurdo soñar, porque al final, no sirve de nada, ya que los sueños en sueños se quedan. Pero me da fuerzas para arrancar una sonrisa al imaginar que las cosas imposibles se convierten en posibles. Porque es imposible abrir los ojos y verte delante de mí. Porque es imposible oírte decir que todo irá bien, que no tengo que asustarme. Pero no, hoy voy a borrar mi miedo escrito en la frente y voy a dejarme llevar. Y mañana escucharé esas cosas que no deberías decirme, esas cosas que me hacen perder la cabeza. Pero, ¿qué más da perder la cabeza si mi locura se convierte en ternura al rozar tu cintura? Porque a medida que pasan los días aumentan mis ganas. Las ganas que tengo de ti.

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